A veces los padres nos quejamos de actitudes que tienen nuestros hijos y no nos damos cuenta que en gran medida hemos sido nosotros mismos los que hemos contribuido a esas formas de comportamiento. Un gran mal que se hace a los hijos es enseñarles a ser manipuladores.
¿Cómo? Primeramente no poniéndonos de acuerdo. Los hijos aprenden rápido y una de las cosas que aprenden con rapidez es a manipular situaciones cuando se dan cuenta que sus padres no están de acuerdo en algunos temas, por ejemplo: permisos, horarios de llegada, modas, valores, y otros.
Los hijos se percatan que uno de los padres es más débil que el otro en alguna area y aprenden a acudir a él o ella según su conveniencia.
Esto es doblemente negativo, primero, porque les lleva a preferir a uno sobre el otro no sobre la base de los buenos méritos sino por una cuestión de debilidad de carácter, lo que finalmente lleva al hijo a despreciar a ese padre o madre.
Segundo porque les fomenta una actitud de manipulación que luego se expande a a
su manera de relacionarse con el resto de las personas. ¿Quién podría negar que es genial que las personas hagan lo que nosotros queremos que hagan?
Evitar esto es bien sencillo. Debemos partir en casa poniéndonos de acuerdo los padres. Cuando nuestros hijos vean que hablamos el mismo idioma, que respetamos las mismas reglas y que perseguimos los mismos objetivos , entenderán que lo que dice uno, es confirmado por el otro y así no habrá posibilidad de poder manipular.
Inténtalo, un día me lo agrdecerás.
Con cariño, Pastor Gabriel
La Manipulación
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