Al mirar esta foto con niños de nuestra iglesia. Al ver sus rostros sin maldad, ingenuos en muchos aspectos. Es verdad que no son perfectos, más de un mal rato nos hacen pasar, pero al mirarlos detenidamente, creo poder (en alguna medida) entender las palabras del Señor diciendo a los discipulos (y también a nosotros como padres) "dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan".
Me temo que nos es fácil caer en el error de criticar a los discípulos a quienes fueron originalmente dirigidas estas palabras, quienes pensaron que el maestro era "importunado" por los niños que se acercaban a Él. Sabemos por la respuesta del Señor que los discípulos estaban equivocados al pensar así, por cuanto Jesús deseaba que los niños vinieran a Él para poder tocarlos con sus santas manos y así bendecirlos. Pero nosotros hoy día tambíen caemos en el mismo error de impedir que nuestros niños vayan a Él.
Muchos padres para quienes la iglesia no representa una prioridad en sus vidas, al no llevarlos, instruirles ni hablarles de la palabra de Dios privan a sus hijos del Señor. Otros que sí entienden el valor de congregarse, a veces impiden a sus hijos acercarse al Señor cuando ellos mismos no asisten a causa de diversas situaciones: enojos entre esposos, enojos con personas de la iglesia, mala administración del tiempo (me quedé dormido), de los recursos (me quedé sin plata), falta de organización, etcétera.
Estos pequeñitos (tal y como los vemos en esta foto) no seguirán así por siempre. Con toda seguridad vendrán días en que crezcan y sus corazones ya no serán tan tiernos o dóciles para querer oír al Señor. El mundo, el diablo y sus maldades vendrán con furia tratando de arrebatar a estos peqeuños de nuestras manos y poco o nada podremos hacer nosotros para defenderlos. Pero si les hemos enseñado el temor de Dios, si les hemos entregado un testimonio sólido de vida cristiana y los hemos acercado para que estén cerca de Cristo, ¿Quién podrá arrebatarlos de SUS MANOS?
Al no llevarlos a Él es cuando nuestros dolores de cabeza (y corazón) comienzan y es también entonces cuando vienen nuestras lamentaciones y llantos al Señor, quien a esa altura del partido, no está en obligación alguna de tener que ayudarnos.
Querido papi (mami), no desaproveches la edad tierna de tus hijos. Deja que tus hijos se acerquen a Cristo, no existe lugar más seguro para ellos en esta tierra.
Invierte hoy en su vida espiritual, y cuando venga el día malo, tendrás paz en tu alma, porque el mismo que hoy los llama a Él, tiene a futuro "poder" para guardarlos de todo mal.
Con cariño, de un padre a otros padres,
Pastor Gabriel
"Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan"
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