Solamente un abrazo


¡¡Cuánto nos complicamos los adultos tratando de impresionar a nuestros hijos con regalos caros, salidas estrafalarias y otra serie de estrategias que usamos tratando de demostrarles nuestra genuina preocupación e interés por ellos!!

Sin embargo, la mayoría de las veces lo que ellos esperan (y necesitan)no se compra en un mall, ni en un parque de diversiones. Lo que más desean está a nuestro alcance más inmediato y lo mejor de todo... ¡¡es gratis!!

¿Cuánto cuesta dar un abrazo? ¿Qué tan difícil puede ser para nosotros abrazar a nuestros hijos? ¿Entiende usted el valor que para ellos tiene este simple acto de amor?

Un abrazo es algo de tremendo valor para ellos. Al abrazarlos les hacemos sentir rodeados por nuesto amor, protegidos, considerados, respaldados y cubiertos.

Muchas veces cuando están pasando por malos momentos, nosotros nos sentimos inclinados a sermonearles, o darles una cátdra sobre nuestra experiencia en la vida, cuando ellos tal vez sólo necesitan alguien que se compadezca de su situación, alguien que les demuestre empatía, comprensión y un abrazo dice mucho sin pronunciar una sola palabra.

Si desde niños les acostumbramos a esta forma de demostración de cariño, llegarán los días en que vuelvan a nosotros solamente para sentir el cáilido refugio que el abrazo del padre o la madre provoca en sus vidas.

Dios Padre dijo a Jesucristo el Hijo (siendo un adulto de 30 años): "tu eres mi hijo amado". Inmediatamente después de esto Jesús fue llevado al desieto para ser tentado por el diablo y venció. ¿Por qué? ¿Porque era Cristo? No, simplemente porque se sabía amado por el Padre.

Curiosamente todo el tema de la tentación consistió en tratar de hacer que Jesús actuara de modo independiente a la voluntad el Padre para demostrar que era el hijo.

Cuando un hijo se sabe amado no necesita andar por el mundo demostrando que lo aman, simplemente se sabe amado y eso es más que suficiente.

El poder de un abrazo, te inivito a probarlo, tus hijos lo necesitan y aunque no te lo digan, te lo agradecerán.

Ministerio de Ser Padres: "La Obediencia Selectiva"

Uno de los problemas que se nos presentan a los padres es el de la "obediencia selectiva", es decir, cuando nuestros hijos deciden obedecer a uno de los padres y al otro no. Esto sucede con bastante frecuencia y el ejemplo más claro es la frase "tu no eres mi mamá", (lamentablemente a la mamá tampoco le obedecen la mayoría de las veces).

Esta forma de rebeldía camuflada deja de manifiesto que la persona(hijo,a) no está bajo autoridad. Esta problemática se da a nivel familiar (falta de obediencia a los parientes), social (falta de sujeción a autoridades, maestros, etc) y también en el contexto de la iglesia (falta de sujeción a pastores y líderes de la congregación)

Gracias a Dios es perfectablemente corregible, de hecho, un buen ejemplo de cómo opera la obediencia selectiva es el caso de los perros policiales entrenados, los cuales acatan la orden dada por su "compañero-amo". No es sólo la ORDEN, o el TONO, sino particularmente la PERSONA a la que obedece,.

Los perros entrenados responden de manera inequívoca a LA VOZ de su compañero-amo. Esto nos da una pauta de lo que podemos hacer para mejorar la situación de obediencia selectiva en el caso de los padres cuyos hijos no obedecen.

Lo primero es buscar la forma de pasar tiempo con ellos. Jesús dijo "mis ovejas conocen mi VOZ y me siguen". No se trata de que "tengo que obedecer porque tu eres mi papá", sino más bien "te obedezco porque te respeto".

Es como nosotros y el Señor, nuestra obediencia a Él no viene sino hasta que le CONOCEMOS y al conocerle comenzamos a amarle, entendiendo quien Él es y hace por nosotros. Este conocimiento nos hace obedecerle de manera voluntaria. De modo que la obediencia es un resultado del RESPETO que sentimos por alguien.

Recordemos que como padres somos llamados a enseñar a nuestros a obedecer las autoridades en todo ámbito y la calidad comienza por casa.

Necesitamos reflexionar acerca de la importancia que tiene para nuestros hijos el llegar a ser los padres que Dios espera que seamos. Padres que cumplen cabalmente su rol sabiendo que un día darán cuenta delante de aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.

Continuará...

¿Y nosotros?



Creo que son muchos los hijos de ministros del evangelio que se hacen esta pregunta. Viendo que sus padres tienen tiempo, amor, paciencia y disposición para ministrar las necesidades de otros, pero no viendo la misma disposición hacia ellos.

He conocido decenas de hijos de pastores que están viviendo días tristes porque se sienten postergados por sus padres. Claro está que no es algo que los padres hagamos de manera conciente, pero el caso es que de todas formas el daño se hace.

Lo peor es que esto va creando profundas heridas en los corazones de los hijos quienes finalmente por un asunto de asociación determinan que Dios es el culpable de su sufrimiento, y terminan por ver a Dios como un enemigo más que a un amigo y salvador.

Creo necesario meditar en esta situación. Espero en Dios algún ministro sea guiado para leer este artículo y revisar su comunión con los hijos. Ciertamente muchos ministros hacen un excelent6e papel como padres. amigos y consejeros de sus hijos, pero se que hay un número no pequeño de otros que no lo están haciendo.
Posiblemente porque están tan ocupados con la obra de Dios, que no se handado cuenta. Por esta razón dejamos a veces de lado incluso al Señor de la obra.

Nuestros hijos son nuestra viña a cuidar, son la herencia de Jehová (no la nuestra) y nos hará bien (y a ellos) detenernos un minuto, abrazarlos, escucharlos y preguntarles como van las cosas POR DENTRO, en sus corazones.

Jesucristo fue tentado por el diablo y salió airoso de tal tentación por 2 razones fundamentales.

Primero, acababa de ser INVESTIDO con el poder del Espíritu Santo.
Segundo, el mismo Padre había testificado "tú eres mi hijo amado"

Dos ingredientes indispensables para tener victora en Cristo: el poder de Dios y el Amor de Dios. La tentación buscó fundamentalemnte llevar a Cristo a actuar para "demostrar" que era el Hijo de Dios.

Cuando nos sabemos (y sentimos) amados, no necesitamos demostrar nada a nadie. Ese amor y respalo nos dan la seguridad para enfrentar cualquier situación y derrotar al enemigo más grande.

David lo hizo. Conocía el poder de Dios y se sabía respaldado (amado) por Él. Esto le permiíó vencer al gigante Goliat.

Démosle a nuestros hijos estas dos armas de victoria. No nos cuestan nada y los beneficios son tremendos.